Las revoluciones están en la ley moral de las sociedades, y ni es dado crearlas ni es posible detenerlas, sino mediante reparaciones tan amplias, como intensas son las causas que las engendran.
Nuestra misión no es la ocupación de los gobiernos, sino la reparación cardinal del origen y sistema de ellos, como el único medio para restablecer la miralidad política, las instituciones de la República y el bienestar general. Segunda carta al doctor Pedro C. Molina