«Los principios democráticos incorporados a las constituciones de nuestros pueblos, fueron conquistas de la filosofía política traducida en la realidad del derecho público, que renovaron los fundamentos de la ciencia del gobierno, haciondo reposar la autoridad del Estado sobre el consentimiento espontáneo de las entidades organizadas bajo los auspicios de la igualdad. De la misma manera, confiando en el mejoramiento consecutivo de los ideales humanos y de las aptitudes para trasladarlos a los escenarios de la vida, debe esperarse el advenimiento de una era de concordia entre las naciones, inspirada en los más nobles sentimientos de solidaridad y fundada en una íntima colaboración de los pueblos, unidos para alcanzar esa altura constantemente anhelada por la humanidad a través de las vicisitudes de la Historia.

Tengo la convicción profunda de que una nueva edad histórica que vislumbro, acaso más cercana de lo que puede deducirse del espectáculo incierto y desconcertante ofrecido por las inquietudes y zozobras reinantes en el mundo, habrá de surgir como un nuevo evangelio enseñado en la verdad viviente del ejemplo en el seno de las naciones que pueblan los continentes de América, expandiéndose en el plano de igualdad de sus libres soberanías e identificadas por la aspiración permanente de cimentar sus múltiples progresos, en la armonía imperturbable de una fraternal cooperación.

Respuesta telegráfica de despedida al Presidente electo de los Estados Unidos de Norte América, Mr. Herbert Hoover, en viaje de regreso en el crucero «Buenos Aires”

Hacia una nueva edad histórica